jueves, 1 de marzo de 2012

Embarazo adolescente por Sofía Ríos.

Desde hace más de cinco años están en aumento los casos de embarazo adolescente en Argentina. Los jóvenes comienzan a practicar el sexo a temprana edad y no son plenamente conscientes de las consecuencias de que no practicarlo con seguridad puede condicionar el resto de sus vidas. La escasa educación por parte de las familias, escuelas y el Estado se hacen eco en este fenómeno que parece no detenerse.
Según un estudio difundido por el Ministerio de Salud de la Nación en Marzo de 2009, más de 100 mil madres adolescentes de entre 15 y 19 años dan a luz en Argentina por año, lo que representa un 15% del total de embarazos en el país. También, reveló que el 51% de los jóvenes se inicia sexualmente entre los 15 y los 19 años.
La Ginecóloga y Obstetra Patricia Olejenik del Hospital materno Infantil Ramón Sardá, ubicado en Parque Patricios, afirmó: “Los principales factores que producen el embarazo adolescente es la desinformación en cuanto a los métodos anticonceptivos y la falla del método”.
Al mismo tiempo, el Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM) realizó una encuesta sobre sexualidad a 500 jóvenes escolarizados, de entre 12 y 20 años. Según el revelamiento, el 64% de los jóvenes consultados reconoció haber hablado de sexualidad y cuidados anticonceptivos con sus padres.      De acuerdo a la encuesta, sólo 1 de cada 5 adolescentes conoce la existencia de una ley que garantiza su derecho a recibir educación sexual. La encuesta también indagó sobre el tipo de información que los jóvenes esperaban recibir sobre salud sexual. El 50% aseguró que deseaba recibir información acerca de la prevención de las infecciones de transmisión sexual y el 40% se mostró interesado en los métodos anticonceptivos. Se estima que el 40% de los embarazos no son planificados y son consecuencia de la inutilización del método anticonceptivo o el uso incorrecto del mismo. Cada año, 46 millones de embarazos de madres adolescentes culminan en un aborto inducido, mientras que casi 20 millones de éstos se realizan de forma insegura y clandestina. Estos datos invitan a reflexionar sobre el rol que cumplen o deberían cumplir las principales instituciones como la familia, la escuela y el Estado con respecto a la educación sexual de los jóvenes.
“La familia debería abrirse al diálogo en materia de educación sexual, cuidando no ser intrusiva; debe aprovechar los momentos pertinentes para conversar sobre el cuidado del cuerpo, la salud reproductiva, las enfermedades de transmisión sexual, la posibilidad del embarazo ante la falta de prevención, la necesidad de consultar un ginecólogo cuando se entra a la pubertad. Lo más importante es aprender a escuchar atentamente a los hijos y respetar su palabra, sin acercarnos duramente con saberes preestablecidos. Prevenir es hacer un lugar, un lugar para pensar". 


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